Variedad: Xarel·lo, macabeo y parellada.
Graduación: 11,5% vol.
Envejecido largo tiempo en cava, pero conservando cierta frescura debido a los vinos base empleados, procedentes de fermentación controlada a baja temperatura.
Notas de cata:
· Color: Amarillo dorado, brillante, con refinadas y sutiles burbujas de diminuto tamaño con desprendimiento suave y persistente del carbónico.
· Nariz: Cristalino y nítido, regala una seductora complejidad aunando juventud, madurez y aromas de evolución magistralmente costurados por el paso del tiempo. El abanico es amplio, con aromas de fruta madura, cítrico (limón), tropical (piña) y de hueso (melocotón, albaricoque), aromas de crianza en cava (levadura, pan, briox). Seductor y atractivo olfativamente.
· Boca: En el paladar, distinción y belleza táctil describen su sabor globalmente. Muy bien costurado enológicamente, el azúcar estilo brut, una acidez viva de corte cítrico y carácter que estiliza su paso por boca, carbónico exquisitamente integrado que se libera grácilmente, y un impacto de aromas complejos, cremosos, delicados y perfectamente armonizados, todos en conjunto configuran un sabor profundo, persistente y generoso.
Consumo:
· Producto de corte señorial para regalar estímulo sensorial a los consumidores de espumoso más exigentes, ofreciendo un perfecto ensamblaje de juventud y madurez con delicadeza y elegancia.
· Perfecto para degustar con aperitivos, quesos semicurados, carnes a la parrilla, marisco, pescado azul y pescados blanco.
Servir fresco entre 6 y 8 ºC.
Dolores Sala fue la cofundadora de Freixenet y una de las principales artífices del impulso de la región del Penedés en el panorama vinícola internacional. Su figura inspira el Freixenet Cuvée D.S., un cava que lleva sus inciales y que rinde homenaje a la pasión y el trabajo que le puso a su vocación: elaborar el mejor cava posible. Elegante y completo, el Freixenet Cuvée D.S. es un Gran Reserva que solo se elabora en las mejores añadas. Un cava para homenajear el cava.
Historia de la marca:
Durante más de 150 años, la familia Freixenet se ha dedicado al arte de hacer vinos. Esta experiencia vive dentro de cada botella que producen. Fieles a sus raíces, la compañía mantiene vivo el espíritu de la tradición, esforzándose cada día para seguir produciendo con pasión y ayudar al mundo a celebrar cada momento.